No sabemos siquiera si Colungo fue la localización exacta donde paramos. Habíamos terminado con el viaje que nos habíamos programado. Y, antes de reemprender la ruta para casa, María José quería bañarse en el río Vero. Y como de camino a Alquézar habíamos visto un puente muy majo sobre el que se veía el río con un color precioso, insistimos hasta encontrar ese mismo punto.
Tras darse ella un chapuzón y tras vegetar yo un rato a la sombra, decidimos que ya estaba bien la broma. Que era tiempo de volver a casa.
Huesca nos ha sorprendido gratamente. Es una provincia muy bonita para visitarla, que merece la pena. Está plagada de pueblos y sitios con encanto, siempre que seas una persona mínimamente curiosa y te guste la arquitectura pirenaica. La piedra, la pizarra. Y los ríos y montes.
Y tanto que merece la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario